20.3.10

Anda... levántate

Prisionero de su esfera. Guardián de su propio mundo, construido sobre la base de un cemento barato. Cuatro paredes enladrilladas con promesas se habían hecho impenetrables por el paso del tiempo. Una única ventana demasiado pequeña para poder mirar a través de ella. Una puerta que ya no recordaba cómo abrir.


En otro tiempo habría sido muy sencillo, conocía las palabras mágicas. Aunque ahora no serían suficientes. Las dudas pesaban demasiado para llevarlas a la espalda. Ya ni siquiera escuchaba esa voz que le ordenaba: ¡Anda… levántate!.

10.3.10

Cocodrilo

Ese tic tac que escuchamos hace rato me tenía preocupado. Sabía que algo pasaba, sobre todo porque llevábamos varias horas río arriba, el Capitán y yo solos, en aquella pequeña barca de remos, y no vimos en ningún momento nada que pudiera hacer un ruido semejante.


Sin embargo, no fue hasta la aparición del animal cuando caí en la cuenta de que mi Capitán y él ya se conocían. Todo ocurrió muy deprisa, tan sólo pude ver como lo capturaba entre sus mandíbulas y lo engullía para después marcharse nadando con un reloj de oro en una de sus patas.