A
cinco metros de distancia, un varón de raza blanca estiraba del bolso de una
anciana de enorme tamaño tirándola al suelo, mientras unos niñitos jugaban a
lanzar piedras sobre los patos del estanque. En uno de los árboles del parque,
un dulce jilguero, testigo de excepción, mascaba tabaco y picoteaba sobre la
corteza motivos obscenos…
–Hola,
¿qué tal te va? –preguntó el Chico sentándose en el banco.
–Bien,
supongo… –contestó Ella, aún sin mirar a ninguna parte.
–¿Supones?
–Sí,
todo es un suponer…
–¿Ya
te pones filosófica?
–¿Qué
filosófica ni qué narices en vinagre? Ahora el “suponer” va a ser filosófico…
Si los griegos levantasen la cabeza nos iban a coser el culo a patadas…
–Entonces
estás bien…
–Si…
psé psá… de los últimos cuarenta currículums que he echado no me han llamado de
ningún sitio. He dejado la universidad porque me sentía incapaz. He engordado
dos kilos en la última semana y acabo de dejar a mi novio.
–¡Buah!
Mujer, para currar en el BurryKing tienes toda la vida, pero para pudrirte en
la universidad siempre hay tiempo. Además piensa que podrías estar más gorda,
más fea y que nadie te quisiera.
–¿Has
escuchado lo que acabas de decir?
–No.
–Ya
lo suponía… Bueno, ¿y tú qué tal?
–Ayer
me encontraba fatal e intenté suicidarme tomando un bote entero de pastillas,
pero cuando iba por la segunda me sentí mucho mejor.
…y a
la vuelta de la esquina estallaba la XIV Guerra Universal…
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