Demasiado tarde. Había vuelto a meter la pata hasta el fondo, y lo supo nada más comenzar la pregunta. Como cuando tropiezas con tu propio pie y caes lentamente sin remedio: no hay vuelta atrás, estás en el suelo y sólo piensas en qué coño tendrías en la cabeza para poner tu pie encima del otro. Absurdo, sí, pero ocurre.
–Espero que estés de cachondeo –exclamó la joven apenas escucharle.
–Sí, me hacía el despistado.
–Ya, por los cojones…
–Son violetas.
Sin decir nada, dejó descansar el cigarrillo en el cenicero y abrochándose el penúltimo botón del pijama fue al cuarto de baño para mirar a la chica del espejo; la de los ojos violetas.
¿Era Liz Taylor?
ResponderEliminarJoder, Claudia ha nombrado en su comentario a quien pensaba nombrar yo en el mío. Claro que no ha detallado que Liz ya está muetta. Bah, miedda.
ResponderEliminarYa no comento nada. Estoy entristecida. Y dan 'Tú sí que vales'.
Gaby, ¿dónde está el verdadero espejo?
ResponderEliminarme gusto la imagen de buscar a traves del espejo, a la chica de los ojos violetas.
ResponderEliminarsiempre existe, aún, escondida en un cuarto de baño, adentro de nuestras cabezas.
beso
L.
Eso de que te pregunten ese tipo de cosas. Eso de tropezar, y eso de contestar.
ResponderEliminarQué estupidez a veces...
Tu tono narrativo me gusta, está tomando buena forma lo que escribes. =)
ResponderEliminarUn abrazo.
meter la pata es humano, sólo que después hay que saber salir airosos de las situaciones comprometidas.
ResponderEliminarbiquiños,
Aldabra
joder con los espejos, nos persiguen...
ResponderEliminarEn los espejos solo se ve lo que se cree.
ResponderEliminarBesos
No hay mas falso que un mal reflejo de un espejo...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida.
Un saludo coleguita.